@MendozayDiaz

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lunes, 24 de agosto de 2015

La huella de Isidoro.

Cuando visité por primera vez el Panteón de Reyes de la Basílica de San Isidoro, me llamó la atención el epitafio del rey Fernando I el Magno (1016-1065):

“Aquí está enterrado Fernando Magno, rey de toda España, hijo de Sancho rey de los Pirineos y Tolosa. Trasladó a León los cuerpos santos de san Isidoro arzobispo, desde Sevilla, y de Vicente mártir, desde Ávila, y construyó esta iglesia de piedra, la que en otro tiempo era de barro. Hizo tributarios suyos, con las armas, a todos los sarracenos de España. Se apoderó de Coímbra, Lamego, Viseo y otras plazas. Se adueñó por la fuerza de los reinos de García y Vermudo. Falleció el 27 de diciembre de (la era) 1103”.

El rey Fernando I, quizá uno de los hombres más poderosos de su tiempo, quiso destacar como uno de sus logros que fue él quien trasladó a León, desde Sevilla, el cuerpo de San Isidoro.


¿Quién fue este hombre? ¿Qué hizo? ¿Cuál ha sido su legado?

Este verano, en El Escorial, adonde tuve la oportunidad de participar en un curso de verano, me encontré en una librería de libros antiguos con una biografía de “San Isidoro de Sevilla” de Ismael Quiles, editado por la Colección Austral de Espasa Calpe en 1945. Un libro muy completo: biografía, análisis de su doctrina y extractos de sus principales escritos.

Pocos hombres, pocos sabios cuenta la historia de la humanidad, a los cuales deba más la cultura integral de Occidente. Figura política, religiosa y científica de los siglos VI y VII y que tendrá una perdurable influencia a través de toda la Edad Media.

Nació en Sevilla en 556. Su familia, oriunda de Cartagena, emigra a Sevilla cuando los bizantinos, en el año 554, dominaron Cartagena. Hermano de Leandro, obispo de Sevilla, y asesor del rey Recaredo. En noviembre del año 599 muere su hermano y él, a sus 43 años, es aclamado como su sucesor.

Quizá su principal virtud fue su laboriosidad. Se cuenta que sentado junto a un pozo se puso a observar los surcos trazados en la piedra del brocal. Viendo como las gotas de agua, cayendo un día y otro día lograban hacer ese trabajo, reflexionó y comprendió como lo mismo él, a fuerza de constancia, lograría grabar en su entendimiento. Recomendaba tres o cuatro horas de estudio en verano, y cinco o seis en invierno.

Recopila, ordena y codifica los cánones y decretales dispersos en la Hispania, que será durante varios siglos el código español de Derecho Canónico. En aquel tiempo no solamente correspondían al obispo los asuntos estrictamente eclesiásticos, sino que éste era también la cabeza civil de la diócesis, por encima del gobernador, y ante su autoridad se apelaban los fallos dictados por los tribunales civiles.

Un copilador de los conocimientos de su tiempo. Un copilador enciclopédico. Sintetiza la doctrina jurídico y social cristianas. Su influencia traspasa muy pronto las fronteras hispanas para penetrar y extenderse por todo el mundo cristiano. 

”Etimologías” es su principal obra. Es el fruto de sus largos años de paciente estudio, es la síntesis admirable de todos aquellos apuntes de sus innumerables lecturas. Muchos años, más de veinte, invirtió en la composición de esta obra y nunca la creía terminada, siempre encontraba algo que añadir. Las Etimologías u Orígenes son una enciclopedia, la primera que se compuso y la que sirvió de base a las que más adelante se hicieron.

En Filosofía no es autor de ninguna teoría personal, de ningún sistema nuevo, sino que su labor fue la de elegir y coordinar los materiales que le habían llegado de la Antigüedad.

En Derecho, en cambio, tiene ideas propias. Según Isidoro el poder episcopal y el monárquico deben ayudarse mutuamente a sostener la paz y practicar la justicia y a labrar la prosperidad de los pueblos. Defiende que la monarquía ha se ser electiva y fija las condiciones de esa elección.

El libro quinto trata de las Leyes. Le llevan veintisiete capítulos que tienen el gran mérito de darnos una sistematización completa de los conocimientos de Derecho de su época. Su concepto de ley es francamente democrático para su época (siglo VII): no es ley lo que el pueblo no ha decretado. 

Trata sobre la sumisión de la potestad civil a las leyes, en contra de la tradición cesarista del Derecho Romano, la ceremonia de unción de los reyes, y la debida separación entre el caudal privado de estos y la Corona (electiva, no hereditaria).

Después de las “Etimologías” la obra más completa de Isidoro, desde el punto de vista de su doctrina, es la formada por los tres libros de las “Sentencias”. Un intento de exponer en forma ordenada las verdades de la fe y de la filosofía acerca de Dios, el hombre y el mundo.

Sus libros se copian en todos los centros de cultura de la época: en Córdoba, en Toledo, en Samos, en Silos, en Ripoll, en Cerdeña, en San Millán de la Cogolla, en Sahagún.

A Isidoro se le ha señalado como el “primer español” por tener la visión de la Península Ibérica como un pueblo con sus propias características geográficas, etnográficas y culturales. Lo que luego sería España.

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