@MendozayDiaz

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martes, 23 de febrero de 2016

Premio Nadal 2016.

El Premio Nadal tiene la magia de entregarse, cada año, la Noche de Reyes. Dicen que es el premio más antiguo de los que se conceden en España; y que nació como homenaje de la revista Destino de Barcelona a su redactor jefe, Eugenio Nadal, que falleció, joven, en el año de 1944.

Gracias a los Premios Nadal he disfrutado con la lectura de buenas novelas y, a lo largo de los años, he conocido nuevos escritores. Miguel Delibes, Ramiro Pinilla, Juan Pedro Aparicio, Lorenzo Silva o Andrés Trapiello.

En el año 2014, la ganadora fue “La vida era eso”, de Carmen Amoraga, que cuenta el duelo, el desgarro emocional, que vive Giuliana cuando su marido, William, un hombre joven, muere por un cáncer fulminante. Una historia dura, dolorosa y emotiva.

“Cabaret Biarritz”, de José C. Vales, fue la novela ganadora del Premio Nadal 2015. Es mucho más que una novela de misterio y, también, en cierto modo, histórica. Sabe mantener el suspense mientras se suceden las entrevistas del ficticio escritor a los personajes. Erudita. Divertida. Bien escrita.

Este año, en su LXXII edición, el ganador ha sido Víctor del Árbol y la obra seleccionada, entre los trescientos cuarenta y un manuscritos presentados, “La víspera de casi todo”. 

Este escritor catalán, policía durante una década, saltó a la fama en el año 2011 con su novela “La tristeza del samurái”, traducida a una docena de lenguas y éxito de ventas en Francia, donde se hizo con Le Prix du Polar Européen 2012.


La sinopsis de la cubierta del libro nos avanza la trama: Germinal Ibarra es un policía desencantado al que persiguen los rumores y su propia conciencia. Hace tres años que decidió arrastrar su melancolía hasta una comisaría de La Coruña, donde pidió el traslado después de que la resolución del sonado caso del asesinato de la pequeña Amanda lo convirtiera en el héroe que él nunca quiso ni sintió ser. Pero el refugio y anonimato que Germinal creía haber conseguido queda truncado cuando una noche lo reclama una mujer ingresada en el hospital con contusiones que muestran una gran violencia. 

Una misteriosa mujer llamada Paola que intenta huir de sus propios fantasmas ha aparecido hace tres meses en el lugar más recóndito de la costa gallega. Allí se instala como huésped en casa de Dolores, de alma sensible y torturada, que acaba acogiéndola sin demasiadas preguntas y la introduce en el círculo que alivia su soledad.

El cruce de estas dos historias en el tiempo se convierte en un mar con dos barcos en rumbo de colisión que irán avanzando sin escapatoria posible.

Y así nos encontramos con un policía agobiado por su propia conciencia, una mujer que huye de su familia y de sí misma, un anciano con una deuda pendiente desde la Argentina de Videla, un adolescente con un grave problema para discernir entre realidad y sueños... 

Estos son algunos de los personajes de esta novela de Víctor del Árbol, a quien algún crítico ha definido como un “estilista del dolor”, y en la que trata de los infinitos naufragios personales y de la posibilidad de sobrevivir. 

En mi opinión, esta novela tiene una estructura que dificulta la unión del lector con los personajes, y una alta concentración de situaciones exageradamente dramáticas que, en algunos momentos, resulta asfixiante.


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