@MendozayDiaz

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jueves, 27 de abril de 2017

Comer en familia.

Llevamos un ritmo de vida tan ajetreado que estamos perdiendo costumbres tan buenas como las comidas en familia. Pensar que, entre semana, padres e hijos podamos comer juntos nos parece una idea imposible. Es clara la influencia positiva de estos momentos de intimidad familiar sobre el desarrollo de los hijos y las relaciones entre los miembros de la familia, especialmente para los adolescentes. Hábitos tan saludables como el comer en familia o la sobremesa no están suficientemente valorados. Es cierto que, en algunos casos, nuestras actividades exigen largos desplazamientos, horarios difíciles, etc., que hacen muy difícil reunir a la familia a diario.


Quizá si conociéramos sus beneficios, nos esforzaríamos más por pasar juntos cuantos más momentos mejor. La comida en familia nos permite comer saludablemente, contarnos unos a otros cómo nos ha ido el día, escucharnos a los demás y estrechar los lazos familiares. Especialmente con nuestros hijos adolescentes, estos momentos pueden ser definitivos para crear un clima de comunicación y de confianza con ellos. Los padres también somos responsables de preparar a nuestros hijos para la vida social, personas que se distingan por su trato agradable. Por sus buenas maneras. Imprescindible para su futura relación con los clientes. Las buenas maneras en la mesa es un tema de interés para muchas organizaciones, empresas.

Comer en familia también enseña a mantener una conversación, a escuchar y a contar. Además, y esto es especialmente relevante, las comidas son ocasiones naturales para asimilar la historia y los valores de la familia, y a aplicar estos valores en la vida cotidiana, con las contrariedades y oportunidades del día a día. Estar atento a las necesidades de los demás, levantar el ánimo con una anécdota divertida, generosidad para dejar a otro la mejor porción de postre… Tanto los mayores como los pequeños ayudan a preparar la comida, a quitar la mesa, a fregar los platos, a servir a los demás. La comida familiar nutre necesidades biológicas y sociales básicas. Nos permite realizar aquello en que consiste ser una familia: cuidamos unos de otros, compartimos cosas, recorremos junto el camino de la vida. Los recuerdos más significativos de nuestra infancia suelen ser –o no- el cariño mutuo, el compartir, el pasar el tiempo juntos. Quizá a diario no sea posible, pero hemos de intentar reservar, al menos, todas las cenas y los fines de semana. Comer juntos no lo es todo para la intimidad y el bienestar familiar, pero sin duda es una parte importante. Hace cincuenta años también había padres con extensos horarios de trabajo, que viajaban mucho, y madres que trabajaban fuera de casa. Y ya entonces también había quienes tenían la costumbre de tomar algo antes de volver a casa…

Una norma básica para que una comida familiar sea digna de tal nombre: sin intrusos, sin televisión, sin teléfonos… sin distracciones electrónicas. La comida familiar es sin duda el entorno ideal para aprender a comportarse en la mesa. Desde pequeños los niños aprenderán de sus padres e irán adquiriendo el hábito de las buenas maneras. Cosas tan elementales como qué cantidad es razonable servirse o en qué consiste una comida equilibrada, a hacer pausas para participar en la conversación, comer de todo… También una protección natural contra la obesidad, la anorexia y otros trastornos alimentarios, hoy tan de moda. Comer en familia también enseña a los niños a mantener una conversación, a escuchar, a contar. También es una fuente de aprendizaje de vocabulario y cultura general.

A las tradicionales causas sobre por qué cada vez es más difícil comer juntos hay que añadir el excesivo número de actividades extra escolares de los hijos: artes marciales, letón, natación sincronizada, oboe… La verdad es que también hay algo, o mucho, de comodidad. Y, por supuesto, no todos estamos dispuestos a reconocerlo. Prefiero comer cerca de la oficina, tomarme una copa con los compañeros y llegar a casa cuando los niños estén dormidos… En fin, son tan pequeños. Ya les dedicaré tiempo cuando sean mayores… La cohesión familiar está en peligro, pero, fundamentalmente, por peligros internos, por nosotros, por nuestra comodidad y egoísmo. En bastantes casos no hay diferencias entre algunas familias y compañeros de piso. No nos escudemos en la política social de algunas autoridades, la influencia de los medios de comunicación u otras lindezas… ¿Haces todo lo posible por comer, al menos, varios días con tu familia? ¿Te compensa el esfuerzo, lo tienes claro? Empecemos por aquí.

Publicado en "Diario de León", hoy, jueves 27 de abril del 2017: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/comer-familia_1156181.html

domingo, 23 de abril de 2017

"Soldados de Salamina" de Javier Cercas.

Cuando en los meses finales de la guerra civil española las tropas republicanas se retiran hacia la frontera francesa, camino del exilio, alguien toma la decisión de fusilar a un grupo de presos franquistas. Entre ellos se halla Rafael Sánchez Mazas, fundador e ideólogo de Falange.

Sánchez Mazas no sólo logra escapar de ese fusilamiento colectivo, sino que, cuando salen en su busca, un miliciano anónimo le encañona y en el último momento le perdona la vida. 

Su buena estrella le permitirá vivir emboscado, protegido por un grupo de campesinos de la región, aunque siempre recordará a aquel miliciano de extraña mirada que no lo delató. 

El narrador de esta aventura de guerra es un joven periodista que se propone reconstruir el relato real de los hechos y desentrañar el secreto de sus enigmáticos protagonistas. 

Un quiebro inesperado, sin embargo, le llevará a descubrir que el significado de esta historia se encuentra donde menos podía esperarlo: porque uno no encuentra lo que busca, sino lo que la realidad le entrega.

Esta edición escolar (2016) de la novela publicada en el año 2001, cuenta con una guía didáctica, preparada por los profesores de literatura Yannelys Aparicio y Ángel Esteban, que facilita su análisis.


sábado, 22 de abril de 2017

Saber de minas y gustar de vinos.

De María Dueñas sabía porque es la autora de “El tiempo entre costuras”, su primera novela, publicada en el año 2009, y que Antena 3 adaptó a una serie de televisión, con gran éxito de audiencia. No leí “Misión Olvido”. Hace meses, mi amigo Roberto, de León (Guanajuato, México) y residente en Nuevo León (México), con quien, de vez en cuando, intercambio opiniones sobre los libros que leemos, me recomendó “La Templanza” publicada en el año 2015, otro éxito de ventas.


El que esta historia transcurra en México, Cuba y ciudades de la provincia de Cádiz ya supuso un interés adicional a la recomendación de mi amigo. Son tres lugares con los que me siento vinculado.

Nada hacía suponer a Mauro Larrea que la fortuna que levantó tras años de tesón y arrojo se le derrumbaría con un estrepitoso revés. Ahogado por las deudas y la incertidumbre, apuesta sus últimos recursos en una temeraria jugada que abre ante él la oportunidad de resurgir. Hasta que la perturbadora Soledad Montalvo, esposa de un marchante de vinos londinense, entra en su vida envuelta en claroscuros para arrastrarle a un porvenir que jamás sospechó.

De la joven república mexicana a la espléndida Habana colonial; de las Antillas al Jerez de la segunda mitad del siglo XIX, cuando el comercio de sus vinos con Inglaterra convirtió la ciudad andaluza en un enclave cosmopolita y legendario. 

Por todos estos escenarios transita "La Templanza", una novela que habla de glorias y derrotas, de minas de plata, intrigas de familia, viñas, bodegas y ciudades soberbias cuyo esplendor se desvaneció en el tiempo. 

Una historia de coraje ante las adversidades y de un destino alterado para siempre por la fuerza de una pasión.

Especialmente recomendada para quienes sepan de minas y gusten de vinos.

jueves, 6 de abril de 2017

La educación digital de los hijos.

La Federación de Castilla y León de Fútbol ha impulsado la puesta en marcha de escuelas de padres para prevenir la violencia en el fútbol base. Lamentablemente, algunas de estas situaciones tienen su origen en los propios padres de los jugadores como cuando someten a una enorme presión a sus hijos, o el comportamiento excesivamente violento (verbal y físico) para árbitros, entrenadores, jugadores o, incluso, hacia otros padres. Los padres no deben ser un elemento desequilibrante en el proceso de iniciación deportiva de sus hijos. Por el contrario, deben ser los verdaderos inductores del ambiente que propicie el desarrollo integral de sus hijos brindando su apoyo y comprensión.

El Club Atlético Reino de León, desde sus inicios, ha programado diversas actividades dirigidas a los padres de sus jugadores que desearan formarse en la difícil y, a la vez, apasionante tarea de formar y educar a sus hijos. Así, surgió su “Escuela de Padres” con periódicas charlas-coloquio que pretenden contribuir a cubrir vacíos de información, aclarar ideas imprecisas, ofrecer consejos prácticos, proponer actividades padre-hijo que favorezcan la comunicación entre ellos, etc. En definitiva, abrir un espacio común de diálogo para todas aquellas personas que quieran -al menos, intentarlo- ser mejores padres. El miércoles 22 de marzo me invitaron a que les hablara sobre el rol de los padres en la educación digital de sus hijos y fue una experiencia muy interesante, sobre todo, porque tuve una oportunidad para compartir experiencias en un asunto clave para la educación de nuestros hijos.

Nos encontramos ante la integración creciente -e imparable- del uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TICS) como herramientas de apoyo al proceso de enseñanza y aprendizaje de los alumnos. Algunos profesores ya están trabajando en ello. Es clave que los padres también nos formemos. Los profesores sólo cubren el horario escolar. Los padres lo somos 24 horas. Es necesaria nuestra urgente -vamos tarde- incorporación a este proceso, de tal manera que nuestra colaboración resulte eficaz. Es fundamental para el éxito de este proceso. Ello requiere que los padres tomemos conciencia de nuestra necesaria “alfabetización digital”. Por ignorancia, el uso de las TICS es percibida, muchas veces, como una amenaza. Y así surgen las dificultades, los problemas.


Nuestros hijos son “nativos digitales”. ¿Qué quiere decir esto? No entienden la vida de otra manera. Es su manera de aprender, de relacionarse. Nuestros hijos son tecnófilos. Ellos no han nacido con el concepto de “filtro”. Tu preguntabas, te recomendaban un buen libro, o te informaban mediante una conversación. Ellos no, ellos encuentran respuestas a todas sus preguntas en internet. Además, buscan su identidad real en las redes sociales donde las identidades pueden ser falsas y, para ellos, sin embargo, son “los” modelos. Ya no sólo son sus padres. Ahora compiten, por ejemplo, con los “youtubers”. Sus relaciones sociales son, en muchos casos, virtuales no personales. Hablan, se enamoran, se pelean, se reconcilian… Ventajas para ellos: nadie me da la “chapa”, es mi zona de confort, mi entorno seguro. No tengo que aguantar las preguntas de mis padres: “¿por qué me preguntas?” “¿para qué me preguntas?”.

Recordad como era la adolescencia, por ejemplo, hace 40 años: vida social en la calle de nuestro barrio, consulta de libros en la biblioteca pública, la enciclopedia en casa, fotos, posters, folletos, imaginación…Y siempre bajo la supervisión de nuestros mayores, de nuestra gente. Las nuevas tecnologías son un universo de posibilidades que, bien administrado, nos hacen más fácil la aventura de vivir. Pensad en lo que supone una tableta conectada a la red: videos, acceso a bibliotecas, a cursos (muchas veces gratuitos) de idiomas, de la universidad de Harvard…

La mayoría de los padres con hijos menores de edad desconocen el mundo virtual en el que viven sus hijos. Han oído hablar y seguro que, mayoritariamente, utilizan Wasap, Facebook, Instagram y, en menor medida, Twitter. Y también, seguramente, casi ninguno utilice Snapchat y, es más, ni siquiera sepa lo que es… Y esto sería un problema porque, precisamente, ésta es la red más utilizada por los menores de estas edades. ¿Por qué? Pues porque las publicaciones sólo se pueden visualizar durante unos segundos, no se pueden guardar: no dejan huella.

¿Qué hacer? Según los expertos, los temas claves para promover el uso seguro y responsable de internet entre los menores son “netiqueta”, privacidad, virus y fraudes y las consecuencias de un uso excesivo. Y concretando y dependiendo de la edad. Con los más pequeños: acompañar, prestar atención a lo que hace mientras está conectado; supervisar, acompañarle durante la búsqueda y su aprendizaje, elegir contenidos apropiados a su edad. Con los más mayores: dialogar sobre el uso de internet y el comportamiento seguro y responsable. Crear un clima de confianza y respeto mutuo. Que se sienta cómodo solicitando tu ayuda. Dialoga, interésate por lo que hace en línea, conoce su actividad en redes sociales. Enséñale a pensar sobre lo que encuentra en línea.

Y, muy importante: sé el mejor ejemplo. Busca la desconexión, fomenta la comunicación familiar. Existen ya iniciativas en algunos países europeos para regular las horas de conexión a internet. El lado bueno de este tipo de propuestas es que empezamos a tomar conciencia del efecto invasor de internet en nuestras vidas. Lo que es un medio maravilloso y potente de información, diversión, comunicación, educación o aprendizaje va camino de transformarse en un monstruo tentacular que invade sin ningún tipo de reparo tertulias, relaciones y reuniones. Conviene tener momento de desconexión real, total. Como, por ejemplo, en las comidas familiares, que tienen una gran importancia: ahí es donde se transmiten las buenas prácticas, los valores, la cultura.

Publicado, en "Diario de Léon", el martes 4 de abril del 2017: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/educacion-digital-hijos_1150695.html

domingo, 26 de marzo de 2017

Hablar del agua no te moja.

"Las palabras convencen, el ejemplo arrastra", "se puede engañar a una persona muchas veces, engañar a muchas personas algunas veces, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo". Estos dos refranes sintetizan el valor, la consecuencia y la falta de coherencia de nuestro actuar. Las palabras pueden ser bonitas, pero si no se respaldan con hechos, de nada sirven. Esta verdad la podemos y debemos aplicar en nuestra vida. En la convivencia con nuestros hijos es quizá donde nuestra falta de coherencia se manifiesta de manera más viva; a veces nuestros hijos pequeños ponen en evidencia nuestras flaquezas con alguna pregunta inocente... En nuestra relación de pareja, la manera más clara de ver nuestra falta de coherencia es preguntarnos ante cada circunstancia: "¿me gustaría que esto me lo hicieran o dijeran a mí?".

En lo profesional esta realidad se empieza a expandir en la medida que uno vaya asumiendo mayores responsabilidades: lo que hacemos o dejamos de hacer es visto por más personas y afecta a más personas. Ya no estamos expuestos a-la-pregunta-inocente de un hijo, pero no por ello nuestras faltas de coherencia se notan menos. Una empresa es una cadena donde tanto los buenos como los malos ejemplos tienen por lo general un efecto en cascada.  Cada vez que el ámbito de influencia se amplía, la falta de coherencia se hace más evidente. Quizá donde esto se nota más es en el ámbito político donde se ofrece y promete con demasiada ligereza. Ya hace tiempo que la mayoría de las encuestas revelan la mala consideración social que, en general, tienen los políticos. Claramente la percepción de la mayoría de los ciudadanos es que las promesas no van acompañadas de hechos.

Nuestra falta de coherencia, en el fondo, no es sino una forma de engaño, la cual podrá ser intencionada o inconsciente pero no por ello deja de ser un engaño...Una parte de la solución a este problema está en esforzarnos por actuar de forma coherente. Pero también, como afectados por las incoherencias de otros, nos corresponde corregirles para darles la oportunidad de mejorar. Para lograr buenos cambios se requiere una adecuada dirección de personas. Los dirigentes más efectivos son aquellas personas capaces de desarrollar una visión de futuro para la organización y, además, hacerla realidad. Formular una visión de futuro en una empresa significa clarificar en dónde queremos estar en cuanto a segmentos de mercado a atender, líneas de productos y servicios, tecnologías, capacidades que nos distinguirán de otros, estilo de personas…También es útil preguntarse “dónde no se quiere estar”. Nos ayuda a clarificar posiciones.

Vivimos en un tiempo donde los cambios sociales, políticos y económicos son frecuentes. Los cambios, en muchas organizaciones, son constantes. Unas personas se incorporan, otras se desvinculan, nuevas tecnologías, nuevas leyes, nuevos competidores. Quizá uno de los cambios más complejos para una organización sea mantener una estructura de acuerdo a su nivel de actividad económica. Los frecuentes vaivenes suelen traer consigo ajustes en los equipos de personas. Y las personas necesitamos una mínima estabilidad para realizar nuestro trabajo.

Los análisis para llegar a una propuesta incluyen la visión de futuro de la organización, la situación actual, las personas y el presupuesto disponible. Es muy recomendable contar con un especialista externo ya que estas modificaciones afectan a la estructura de poder y es complejo trabajar la propuesta con los afectados. En la práctica, este tipo de decisiones se suelen postergar. Y, si estos cambios no se realizan con rapidez, a veces, el remedio es peor que la enfermedad ya que los cambios en proceso agregan más inestabilidad a la situación general de cambios que se vive. Casi siempre, en estas situaciones, entre las personas, se genera una gran incertidumbre cuando se esperan cambios, pero estos no llegan. La incertidumbre se puede convertir en frustración o desánimo si no se gestionan bien las comunicaciones y se da rienda suelta a las filtraciones, chismes, fantasías… Postergar las decisiones de cambio suele ser más dañino que realizarlas aceleradamente.


Punta Arenas se encuentra en el extremo sur de la República de Chile. Varias veces tuve la suerte de visitar esta singular ciudad, por motivos de trabajo. Aunque tiene un clima inhóspito, sin embargo, la ciudad tiene su encanto y una historia novelable. Hasta la apertura del Canal de Panamá fue el principal puerto de comunicación entre los océanos Pacífico y Atlántico, a través del Estrecho de Magallanes. Hoy es el centro comercial y turístico más importante del extremo austral de Sudamérica. Imágenes de grandes transatlánticos que navegan junto a los pingüinos son habituales. En este entorno escuché la siguiente historia: “Treinta pingüinos están sobre ese iceberg que flota en medio del océano. Uno decide tirarse al agua. ¿Cuántos quedan? ¿Veintinueve?... Te equivocaste. Quedan los mismos treinta porque no es lo mismo decidir hacer algo que hacerlo”. O dicho con otras palabras: hablar-del-agua-no-te-moja, es necesario tirarse a la piscina. Este recuerdo me sirve para tener presente la importancia de actuar, de hacer, de emprender, de no caer en la parálisis por un excesivo análisis.

Publicado en "Diario de León" hoy, domingo, 26 de marzo del 2017: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/hablar-agua-no-moja_1148390.html

sábado, 25 de marzo de 2017

"Los casos de Horace Rumpole, abogado".

Insigne defensor de las causas perdidas, Horace Rumpole es un abogado adorable, un hombre de altos ideales y de gran sentido común, que fuma cigarros malos, bebe un clarete aún peor, es aficionado a los fritos y a la verdura demasiado hervida, cita a Shakespeare y Wordsworth a destiempo y, generalmente, se decanta por los casos desesperados y por los villanos de barrio. 

Excéntrico y gruñón, lleva años abriéndose paso en las salas de justicia londinenses, mientras brega en casa con su terca mujer, Hilda, a quien él apoda «Ella, La que Ha de Ser Obedecida», en un particular universo donde el sarcasmo, el humor y la intriga se mezclan a partes iguales. 

Su autor, el abogado John Mortimer (1923 - 2009) construye en sus narraciones un universo demoledor y sarcástico al más puro estilo British.


miércoles, 22 de marzo de 2017

Charla-coloquio en la Escuela de Padres del Club Atlético Reino de León.

Esta tarde he hablado sobre “El rol de los padres en la educación digital de sus hijos” en la Escuela de Padres del Club Atlético Reino de León. 


La Federación de Castilla y León de Fútbol ha impulsado la puesta en marcha de escuelas de padres para prevenir la violencia en el fútbol base. 

Lamentablemente, algunas de estas situaciones tienen su origen en los propios padres de los jugadores como cuando someten a una enorme presión a sus hijos, o el comportamiento excesivamente violento (verbal y físico) para árbitros, entrenadores, jugadores o, incluso, hacia otros padres.

Los padres no deben ser un elemento desequilibrante en el proceso de iniciación deportiva de sus hijos. Por el contrario, deben ser los verdaderos inductores del ambiente que propicie el desarrollo integral de sus hijos brindando su apoyo y comprensión.

El Atlético Reino de León, desde sus inicios, ha programado diversas actividades dirigidas a los padres de sus jugadores que desearan formarse en la difícil y, a la vez, apasionante tarea de formar y educar a sus hijos. 

Así, surgió su “Escuela de Padres” con periódicas charlas-coloquio que pretenden contribuir a cubrir vacíos de información, aclarar ideas imprecisas, ofrecer consejos prácticos, proponer actividades padre-hijo que favorezcan la comunicación entre ellos, etc. 

En definitiva, abrir un espacio común de diálogo para todas aquellas personas que quieran (al menos intentar) ser mejores padres.